dissabte, de febrer 14, 2004

Dissabte, 14 de febrer


Fent bugada

blanc i negre Dutxes, banyeres i rentamans són les espais que visitem per desfer-nos de la brutícia i de la suor que ens molesten o de la calor que ens crema. L'aigua s'ho endú tot. I quan sortim, diem que ens sentim com nous, com una persona nova. I així fins la propera. Però el que no tenim encara és un espai on netejar-nos per dintre ni cap aigua màgica que ens transformi en la persona de qui parla Vicent Verdú en aquest article.


La "toilete"

Pronto aparecerá una moda insólita: ser buena persona. Después de que la abundancia de objetos, consumos, rebajas, viajes turísticos, gimnasios e injertos no hayan logrado acrecentar la felicidad, lo nuevo será mejorar hacia adentro. Una vez que el exterior se ha colmado de bienes y servicios, artículos y logos, ¿por qué no probar en habilitar el interior? Una vez que tanto se abomina de la basura televisiva, política o alimentaria, ¿cómo no revisar también la composición personal? Sin duda que la democracia se ha deteriorado mucho, pero el ciudadano, efectivamente, también. A peores clientes, peor servicio; a menor exigencia de calidad, mayor mediocridad. Siendo nuestro valor individual proporcional a nuestro peso como clientela (compradora, electora, feligresa), sólo una mejora como parroquiano eleva la condición social.

Desaparecidos los movimientos sindicales vigorosos, los partidos políticos con fuste y las agrupaciones para la revolución, apenas queda nada colectivo donde asirse. Ni siquiera los empeños antibelicistas o del "otro mundo es posible" duran mucho porque, de momento, se ignora la estrategia eficaz. Lo único claro, una vez perdida la orientación de las utopías sociales, es probar con un revival de la utopía individual. Es decir, elegir la moda de hacerse digno, altruista, afectivo, honrado y solidario, puesto que la agresividad, la dureza, la antipatía, el egoísmo apestan. Lo último en elegancia es ser una magnífica persona. Y también lo subversivo, lo inteligente y lo chic. Un individuo afable desconcierta en la organización individualista; un tipo justo, emotivo, interesado por los demás, enseguida resulta la crème de la crème. La tendencia procede, sin duda, de una reacción contra la baratura y la aspereza reinantes, pero constituye también en su parte de opción sentimental un derivado del modelo femenino altamente presente hoy en el posible repertorio de opciones. Con esto, pues, se supera de un golpe la tontada del metrosexual, que es una variante intrascendente. El hombre o la mujer verdaderamente nuevos, el último grito en ser humano, es aquel ejemplar que hoy crece de una decidida toilette del yo. El aseo íntimo que une el brillante amor propio con el lúcido amor por los demás.

El Pais/ 14-2-04

diumenge, de febrer 08, 2004

Diumenge, 8 de febrer


El sabor

Vicent Verdú


 De vuelta a la vida originaria, el amor a la cocina ocupa un lugar central en el bucle actual de la cultura. Prácticamente no existe ya un novelista o un director de cine que no una a sus dotes artísticas la debida ilustración gastronómica. Esos menús, difundidos como obras maestras por los medios, no son para dar de comer, sino para dar que hablar: forman parte del mundo del arte y han dejado de ser meras recetas para erigirse en "creaciones". De ahí que la buena cocina haya derivado en nombres famosos y, posiblemente, secretamente, en una guisada sublimación del sexo. El acceso al goce sexual se ha trivializado demasiado mientras el sabor sofisticado se potencia como disfrute exquisito. Incluso ya no basta, para la atracción, con poseer una buena complexión física y buen olor corporal, puesto que los gimnasios y los perfumes se han popularizado en exceso: lo nuevo es saber bien.

Hace cincuenta años se hablaba de "darse el filete con una chica" cuando "filete" significaba algo valioso y la chica costaba mucho de morder. Hoy se dice "comerse" a uno o a otra cuando se ha alcanzado un nivel de festín erótico similar. Queda, no obstante, otro paso. Porque si ya fue asumido el beneficio de la musculación y la ayuda del desodorante, faltaba lograr que en el banquete amoroso, una vez enzarzados en la liza, el botín fuera también agradable al paladar. ¿Una metáfora romántica ? Claro que no. El último número de la revista masculina Men's Health informa sobre el efecto de algunos alimentos sobre el gusto definitivo del semen. Mejoran, por ejemplo, el sabor del esperma el mango, las ciruelas, las naranjas o el melocotón, pero lo empeoran el ajo, los espárragos, la carne roja y el muslo de pollo.

La sustancia que sirve el macho, dentro de la nueva cocina, obtiene mayor aprecio en tanto remite, en suma, al reino arbolado de la fruta y no a la directa animalidad o a la basta simpleza de la tierra. En el prestigioso sistema de la gastronomía imperante, lo decisivo no radicará, por tanto, en el directo vigor y reciedumbre del bocado (como fue el caso conspicuo del "filete"), sino, por el contrario, en el sutil cariño de la preparación y su esmerado suceso en la boca.

El Pais/ 31-1-04